1. Introducción: resumen del contenido
El artículo aborda el elevado consumo de cocaína en España, que se sitúa entre los más altos de Europa. Se señala una disponibilidad masiva de la sustancia, su percepción como droga “funcional” y una normalización social creciente. Participan expertos en toxicología y sociología, quienes vinculan el consumo al estrés, la presión social y una cultura del rendimiento. La cocaína aparece como símbolo de una sociedad hiperconsumista que exige disponibilidad constante, control emocional y rendimiento extendido.
2. Análisis filosófico estructurado
A. Creatividad y emergencia (Henri Bergson, Alfred N. Whitehead)
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Bergson (Élan vital y duración): La experiencia humana ha sido desviada de su curso creativo vital hacia un simulacro de intensidad artificial. El uso de cocaína como estímulo no es una expresión de impulso creativo, sino su negación: una sustitución de la experiencia por la sobreexcitación química.
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Whitehead (proceso y disarmonía): La cocaína interrumpe la armonía entre cuerpo, mente y entorno. En lugar de integrarse en procesos dinámicos de transformación vital, produce un cortocircuito entre exigencia social y experiencia interna, lo que genera fragmentación y repetición compulsiva.
B. Disrupción y poder (Gilles Deleuze, Michel Foucault)
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Deleuze (líneas de fuga y devenir): Aunque el consumo podría parecer una línea de fuga del estrés, en realidad perpetúa un sistema cerrado: el devenir no ocurre, ya que no hay apertura a nuevas formas de vida, sino reforzamiento de la lógica del rendimiento. Es una “fuga bloqueada”.
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Foucault (biopolítica y discurso): El consumo masivo de cocaína puede leerse como forma de control biopolítico: la droga mantiene al sujeto activo, productivo, disciplinado en una sociedad de vigilancia blanda. El discurso que la normaliza como “parte de la vida nocturna” opera como régimen de verdad que impide pensar alternativas.
C. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)
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Principio de responsabilidad: El artículo evidencia un problema colectivo: el consumo de cocaína no afecta solo al individuo, sino que erosiona vínculos sociales, salud pública y relaciones intergeneracionales. La falta de responsabilidad institucional, educativa y mediática refuerza el problema.
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Ética del futuro: La normalización actual compromete la posibilidad de proyectar una sociedad saludable. Al tratar la droga como un “producto más”, se desresponsabiliza el presente frente a su impacto a largo plazo: adicciones, patologías mentales, violencia estructural.
D. Sistemas complejos (Niklas Luhmann, Edgar Morin)
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Luhmann (autopoiesis del sistema mediático): El artículo mismo pertenece a un sistema comunicativo que reproduce el problema: al denunciar, también visibiliza, y por tanto, normaliza. El periodismo aquí cumple un doble papel: crítica e integración del fenómeno en la agenda mediática.
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Morin (pensamiento complejo): El consumo de cocaína no puede explicarse solo como adicción individual. Es resultado de una red sistémica: estrés laboral, cultura del éxito, redes de narcotráfico, economía de la noche, debilidad institucional y permisividad social.
E. Tecnología, transparencia, autoexplotación (Byung-Chul Han)
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Autoexplotación: La cocaína aparece como instrumento perfecto de la autoexplotación: se consume para seguir rindiendo, no por evasión. Esta droga encarna la lógica del sujeto neoliberal que no se detiene ni siente: solo funciona.
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Positividad tóxica: Se refuerza una cultura donde el cansancio y la tristeza son patologías a erradicar. La cocaína no busca expandir la conciencia, sino silenciar el malestar.
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Superficialidad digital: Aunque el artículo no lo menciona directamente, la cultura de redes y visibilidad también actúa como presión adicional para estar despierto, presente, exitoso. Todo colabora a la cocaína como “sustancia del rendimiento”.
F. Simulación y hegemonía (Baudrillard y Gramsci)
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Baudrillard (simulacro): El uso de cocaína simula alegría, poder, conexión, sin la realidad de esas experiencias. Es un simulacro químico de emociones auténticas.
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Gramsci (hegemonía): La droga está integrada en la cultura hegemónica del ocio productivo. Se presenta como natural en contextos nocturnos y laborales exigentes, borrando su carácter destructivo. El discurso mediático, aunque crítico, rara vez cuestiona el sistema que la necesita.
G. Modernidad líquida (Zygmunt Bauman)
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La cocaína expresa la fluidez de la modernidad líquida: relaciones efímeras, placer inmediato, cuerpos sin límites y ausencia de compromiso. Es símbolo de una sociedad donde todo puede consumirse, incluso el propio cuerpo.
3. Conclusión: riesgos, oportunidades y hallazgos
Oportunidades:
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Promover una crítica profunda del modelo de vida que produce y necesita cocaína.
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Posibilidad de replantear salud, ocio y productividad desde perspectivas más humanas.
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Abordar el consumo como síntoma colectivo, no solo como delito o problema médico.
Riesgos:
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Normalización creciente por parte de medios y cultura del rendimiento.
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Desarticulación ética: la droga como facilitador de la hiperfuncionalidad.
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Invisibilización de redes de violencia estructural asociadas al narcotráfico.
Hallazgos conceptuales:
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La cocaína no es solo sustancia: es símbolo de una época.
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Encierra tensiones entre libertad y control, placer y autoexigencia, crítica y complicidad.
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Filosóficamente, no puede entenderse fuera del sistema social que la produce, distribuye y necesita.