Sesgos inconscientes favorecen a los hombres en la selección de líderes

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Introducción breve

El artículo de la Agencia SINC titulado “Sesgos inconscientes favorecen a los hombres en la selección de líderes” aborda un estudio sobre cómo, en procesos de selección y toma de decisiones, persisten sesgos de género que otorgan mayor legitimidad a los hombres como líderes frente a las mujeres. El texto pone de relieve que incluso personas que se consideran imparciales reproducen estereotipos y prejuicios internalizados, lo que contribuye a la brecha de género en espacios de poder y liderazgo.


Análisis filosófico

1. Disrupción y poder (Foucault, Deleuze, Gramsci)

  • Desde Foucault, el fenómeno puede leerse como un régimen de verdad: las estructuras de poder legitiman discursos donde lo masculino se asocia a liderazgo y autoridad. El sesgo no es solo individual, sino parte de una matriz cultural que produce y reproduce estas “verdades”.

  • Deleuze permite ver en la situación una falta de “líneas de fuga”: los procesos de selección no escapan de narrativas tradicionales sobre género y liderazgo. El “devenir mujer líder” se obstaculiza por estructuras rígidas.

  • Con Gramsci, se observa la hegemonía cultural: los medios y las instituciones refuerzan la idea de que la figura del hombre es el estándar de autoridad, reproduciendo un consenso social que legitima la exclusión femenina.

2. Ética y responsabilidad (Hans Jonas, Arendt)

  • Siguiendo a Hans Jonas, el problema exige un principio de responsabilidad: las instituciones deben considerar las consecuencias de perpetuar sistemas sesgados que dañan el acceso igualitario al poder, afectando no solo a la generación actual sino también a las futuras.

  • Desde Arendt, emerge la cuestión de la responsabilidad colectiva: no basta con señalar sesgos individuales, pues existe una corresponsabilidad social en desactivar prejuicios y transformar estructuras de decisión.

3. Sistemas y complejidad (Luhmann, Morin)

  • Luhmann invita a ver los procesos de selección como sistemas autopoiéticos que mantienen dinámicas internas: las organizaciones reproducen sus propios esquemas de valoración, lo que genera una retroalimentación que perpetúa la desigualdad.

  • Morin permite ampliar la mirada: la brecha de género no se entiende solo en un nivel institucional, sino como un problema complejo que conecta cultura, educación, política y lenguaje, requiriendo respuestas integrales.

4. Tecnología y subjetividad (Byung-Chul Han, Haraway)

  • Byung-Chul Han alerta sobre la autoexplotación: las mujeres, incluso cuando alcanzan cargos de liderazgo, suelen estar sometidas a mayor exigencia y transparencia para demostrar su legitimidad, en contraste con la aceptación automática del liderazgo masculino.

  • Haraway ofrece la categoría de ciborg para pensar alternativas: si el género es en parte una construcción cultural y tecnológica, pueden crearse identidades híbridas que desplacen los binarismos rígidos de liderazgo masculino/femenino.

5. Creatividad y diferencia (Bergson, Whitehead, Deleuze)

  • Bergson permite leer el cambio social como un impulso vital: la apertura de espacios de liderazgo femenino representa la emergencia de formas nuevas de organización y creatividad colectiva.

  • Whitehead enfatiza la armonía: la integración de mujeres en espacios de poder no busca sustituir, sino equilibrar fuerzas históricamente asimétricas.

  • Deleuze resalta la importancia de la diferencia: la novedad y la riqueza surgen precisamente de romper con la homogeneidad de un modelo único de liderazgo.


Conclusión

El artículo revela cómo los sesgos de género no son meros errores individuales, sino estructuras culturales incrustadas en sistemas de poder, discurso y organización social. Filosóficamente, el fenómeno interpela a:

  • La ética de la responsabilidad (Jonas, Arendt) al exigir acciones conscientes frente a las consecuencias sociales de estos sesgos.

  • La crítica del poder (Foucault, Gramsci) al mostrar cómo los discursos legitiman desigualdades.

  • La complejidad social (Luhmann, Morin) que hace necesario un enfoque integral y no fragmentado.

  • La creatividad y la diferencia (Bergson, Deleuze, Whitehead) que sugieren que la apertura a la diversidad en liderazgo no solo es justa, sino productiva y generadora de nuevas formas de organización.

Oportunidades: la visibilización de estos sesgos abre espacios de transformación cultural, nuevas políticas inclusivas y rupturas con hegemonías excluyentes.
Riesgos: la naturalización de los prejuicios perpetúa la desigualdad, invisibiliza a mujeres competentes y limita la riqueza colectiva que aporta la diversidad.

En síntesis, el artículo plantea un desafío ético, político y social: repensar el liderazgo más allá de estereotipos de género, abriendo un horizonte de equidad que enriquece la vida pública.