Introducción breve
El artículo de El País titulado “La crisis de los 20 es la nueva crisis de los 40: los problemas de los jóvenes pulverizan la curva de la infelicidad” analiza cómo las generaciones más jóvenes, especialmente quienes rondan los 20 a 30 años, atraviesan niveles de malestar, incertidumbre y ansiedad que antes se atribuían a la llamada “crisis de los 40”. Factores como la precariedad laboral, el coste de la vivienda, la presión de las redes sociales y la falta de perspectivas de futuro configuran una curva de la felicidad más rota y desigual que en décadas anteriores. El texto resalta la fragilidad emocional y social de la juventud en contraste con las expectativas tradicionales de progreso y estabilidad.
Análisis filosófico por categorías
1. Creatividad (Bergson, Whitehead)
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Desde Bergson, la juventud debería representar el élan vital, un impulso de innovación y apertura al futuro. Sin embargo, el artículo muestra cómo ese impulso se ve bloqueado por condiciones estructurales (precariedad, falta de oportunidades).
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Con Whitehead, se observa que el proceso de creación social no logra armonizar lo nuevo con lo existente: las instituciones y sistemas económicos no integran de forma dinámica las aspiraciones juveniles.
2. Disrupción o poder (Deleuze, Foucault)
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Con Deleuze, la llamada “crisis de los 20” puede interpretarse como una línea de fuga que cuestiona la narrativa establecida de la madurez y la felicidad lineal. La juventud no acepta la espera pasiva hasta los 40 para experimentar crisis; la transformación se adelanta.
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Con Foucault, el discurso sobre la “infelicidad juvenil” revela un régimen de verdad: se diagnostica la angustia como fenómeno social, pero también se normaliza como un nuevo estándar de desarrollo. El poder se ejerce a través del discurso psicológico y mediático, moldeando lo que significa ser joven hoy.
3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)
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Desde Jonas, el problema refleja una falta de responsabilidad social hacia las generaciones jóvenes. Las decisiones económicas, urbanísticas y tecnológicas no consideran suficientemente el bienestar a largo plazo. La juventud carga con las consecuencias de políticas pasadas sin un horizonte ético de reparación.
4. Sistemas complejos (Luhmann, Morin)
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Luhmann permite ver que la crisis juvenil no es solo un asunto individual, sino una dinámica de los sistemas sociales (educación, trabajo, familia, medios) que se autorreproducen y limitan la movilidad.
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Con Morin, la “crisis de los 20” es síntoma de un sistema complejo que conecta economía, cultura digital, precariedad y salud mental, mostrando que los problemas no pueden entenderse de forma aislada.
5. Tecnología, transparencia y autoexplotación (Byung-Chul Han)
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La presión de las redes sociales y el modelo de autoexplotación digital descrito por Han está muy presente: los jóvenes se miden constantemente contra ideales de éxito, belleza y productividad inalcanzables. Esto genera un bucle de frustración y agotamiento que acelera la infelicidad antes de los 30.
Oportunidades y riesgos
Oportunidades:
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La tematización pública de esta “nueva crisis” abre espacio para replantear el contrato social, las políticas de juventud y la salud mental como prioridad colectiva.
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Puede impulsar una creatividad disruptiva: nuevas formas de vida, trabajo y comunidad que no reproduzcan las estructuras que generan malestar.
Riesgos:
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Naturalizar el sufrimiento juvenil como inevitable, reforzando discursos que responsabilizan al individuo y ocultan las causas estructurales.
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Incrementar la fragmentación social, donde la juventud aparece como “generación perdida” en lugar de como motor de cambio.
Conclusión
El artículo muestra cómo la llamada “crisis de los 20” desplaza y reconfigura la tradicional “crisis de los 40”, evidenciando transformaciones profundas en los sistemas sociales, económicos y culturales. Desde la filosofía, se revela que no se trata solo de un asunto psicológico, sino de una crisis estructural de la modernidad líquida (Bauman), marcada por precariedad, autoexplotación digital (Han) y falta de responsabilidad intergeneracional (Jonas). La juventud encarna a la vez el síntoma del malestar contemporáneo y la posibilidad de un nuevo devenir (Deleuze), si se generan condiciones de creatividad y cuidado colectivo.