Las élites tecnológicas huyen del mundo que han contribuido a construir y destruir

Fuente y enlace 

Introducción

El artículo describe un fenómeno emergente: el “Sovexit”, una suerte de secesión del contrato social clásico en favor de proyectos como las “naciones-startup” o “estados red”. Inspirados por figuras como Balaji Srinivasan, Peter Thiel o Marc Andreessen, sectores de las élites tecnológicas promueven la creación de enclaves soberanos al margen del estado-nación, sustentados en afinidades ideológicas, capital privado y tecnologías digitales. El caso de Forest City en Malasia, reconvertido en laboratorio ideológico tras su fracaso inmobiliario, sirve como metáfora de esta huida hacia adelante.

El trasfondo filosófico interpela directamente a la relación entre poder, soberanía y comunidad, y plantea tensiones éticas, sociales y políticas de gran calado.


Análisis filosófico por categorías

1. Creatividad y emergencia (Bergson, Whitehead)

El impulso de crear “naciones-startup” puede interpretarse como un nuevo élan vital (Bergson), una energía creativa que busca trascender limitaciones institucionales. Sin embargo, lejos de armonizar lo nuevo con lo existente (Whitehead), estas propuestas parecen romper la continuidad histórica, creando burbujas artificiales más próximas a simulacros que a comunidades vivas. La creatividad aquí no se manifiesta como un proceso inclusivo, sino como exclusión selectiva y elitista.

2. Disrupción y poder (Deleuze, Foucault)

La doctrina del Sovexit se presenta como línea de fuga (Deleuze), un escape de las democracias liberales consideradas obsoletas. Sin embargo, este escape no disuelve estructuras de poder, sino que las recentraliza en manos privadas, lo que Foucault describiría como un nuevo régimen de verdad: la legitimidad ya no la otorga el Estado de derecho, sino el discurso tecnológico-financiero. La supuesta “libertad” se convierte en otra forma de hegemonía corporativa.

3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)

El Sovexit revela una profunda carencia de principio de responsabilidad. En lugar de asumir la corresponsabilidad con generaciones futuras en un mundo común, se opta por fragmentar la humanidad en enclaves aislados, desentendiéndose de los problemas globales (clima, desigualdad, migraciones). Jonas advertiría que esta lógica erosiona la ética del futuro al priorizar la autoconservación elitista sobre el cuidado colectivo.

4. Sistemas y complejidad (Luhmann, Morin)

Desde Luhmann, el Sovexit puede verse como una autopoiesis radicalizada, donde sistemas tecnológicos y financieros generan dinámicas cerradas que prescinden del sistema político tradicional. Morin señalaría el riesgo de una simplificación extrema: pretender reducir la complejidad del contrato social a códigos privados y algoritmos. La consecuencia es un pensamiento fragmentado, incapaz de abordar la interdependencia global.

5. Tecnología y subjetividad (Byung-Chul Han)

Han permite leer el Sovexit como síntoma de la autoexplotación y la lógica empresarial aplicada a la vida. Convertir la ciudadanía en una suscripción revela un desplazamiento hacia la mercantilización total de la existencia, donde el sujeto ya no es ciudadano sino cliente. La promesa de transparencia y control digital en estos proyectos encierra, paradójicamente, una nueva forma de vigilancia y alienación.

6. Hegemonía cultural y simulacro (Gramsci, Baudrillard)

Gramsci vería en estas iniciativas un intento de crear nuevas hegemonías culturales, donde los valores del emprendimiento tecnológico sustituyen al pacto democrático. Baudrillard lo interpretaría como un simulacro de soberanía: las “ciudades utópicas” son escenarios estéticos de libertad, pero esconden relaciones de dominación más intensas que las que critican.


Riesgos y oportunidades

Oportunidades:

  • Incentiva el debate sobre la obsolescencia o actualización del contrato social.
  • Expone la necesidad de repensar la soberanía en la era digital.
  • Puede inspirar innovaciones en gobernanza distribuida, si se orientan hacia la inclusión.

Riesgos:

  • Fragmentación social y política, debilitando la cooperación global.
  • Privatización radical de derechos: la ciudadanía como servicio.
  • Reproducción de desigualdades bajo discursos de libertad.
  • Evasión de responsabilidades colectivas frente a crisis planetarias.


Conclusión

El Sovexit encarna la tensión contemporánea entre innovación tecnológica y responsabilidad social. Bajo la apariencia de creatividad y disrupción, se esconde un proyecto de fuga elitista que arriesga sustituir el ideal de ciudadanía compartida por la lógica de mercado y afinidad privada. Filosóficamente, se trata menos de un avance que de un retroceso al tribalismo corporativo, disfrazado de utopía digital.

El desafío central es recuperar un contrato social capaz de integrar la innovación sin abdicar de la solidaridad y la corresponsabilidad global.