Las siete magníficas, cada vez más lejos: por qué Europa no es capaz de formar gigantes tecnológicos

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Introducción breve

El artículo de eldiario.es analiza la dificultad de Europa para crear gigantes tecnológicos comparables a los de Estados Unidos o China. A partir del ejemplo de “las siete magníficas” (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla), el texto plantea cómo Europa se encuentra en una posición rezagada, dependiente de otras potencias en innovación digital, inversión en inteligencia artificial y en ecosistemas de capital de riesgo. Se señala la ausencia de empresas de escala global y la dependencia de marcos regulatorios más que de capacidades disruptivas propias.


Análisis filosófico por categorías

1. Creatividad (Bergson, Whitehead)

  • Desde Bergson, la ausencia de un élan vital europeo en la innovación tecnológica refleja una carencia de impulso creador colectivo. La “duración” del desarrollo digital europeo aparece fragmentada, más atada a normativas que a flujos creativos continuos.

  • Con Whitehead, se observa una falta de armonía entre innovación, financiación y mercado. Mientras en EE.UU. y China el proceso creativo emerge como flujo dinámico, en Europa predomina la estabilidad reguladora sobre la transformación.

2. Disrupción y poder (Deleuze, Foucault)

  • Deleuze hablaría de la falta de líneas de fuga: Europa permanece dentro de estructuras rígidas que impiden la emergencia de devenires tecnológicos autónomos.

  • Con Foucault, el artículo muestra cómo los regímenes de verdad europeos privilegian el discurso de la regulación y la protección de derechos, lo que, aunque valioso, limita la construcción de un poder tecnológico propio. El conocimiento aquí no se traduce en soberanía digital.

3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)

  • Jonas subrayaría la paradoja: Europa prioriza la responsabilidad ética (protección de datos, regulación de IA), pero lo hace a costa de generar dependencia tecnológica. Esto plantea un dilema: ¿puede una región mantener responsabilidad intergeneracional sin participar activamente en el desarrollo de la tecnología que definirá el futuro?

4. Sistemas complejos (Luhmann, Morin)

  • Desde Luhmann, el sistema tecnológico europeo funciona de manera autopoiética en torno a la regulación y no en torno a la innovación; se autoobserva como garante de derechos más que como productor de empresas globales.

  • Morin señalaría que el problema es de pensamiento complejo: Europa no integra economía, tecnología, cultura y política en una visión sistémica que permita florecer a un Silicon Valley europeo.

5. Tecnología y autoexplotación (Byung-Chul Han)

  • La crítica de Han ayuda a ver cómo, mientras EE.UU. y China fomentan hipercompetencia y autoexplotación, Europa rehúye este modelo, pero corre el riesgo de caer en la fatiga cultural y en la dependencia tecnológica externa. La obsesión con la transparencia (regulatoria) sustituye la creatividad transformadora.


Identificación de oportunidades y riesgos

Oportunidades:

  • Europa podría consolidar un modelo alternativo que combine innovación con ética y protección de derechos, construyendo una identidad tecnológica propia.

  • Existe la posibilidad de generar confianza global en su marco normativo como ventaja competitiva, especialmente en temas de privacidad y sostenibilidad.

Riesgos:

  • Mantenerse como mero consumidor de tecnologías extranjeras, perdiendo soberanía digital y capacidad de decisión en el futuro.

  • Reforzar una brecha cultural y económica con las potencias tecnológicas, quedando atrapada en una posición periférica.

  • Que la ética se convierta en un freno en lugar de un motor de innovación responsable.


Conclusión

El artículo revela la tensión europea entre regulación y creatividad, entre responsabilidad y poder. Desde Bergson y Whitehead, se aprecia una falta de impulso vital y de proceso armónico en la innovación. Con Deleuze y Foucault, se identifica el peso de estructuras discursivas que limitan la disrupción. Jonas advierte sobre la responsabilidad ética desconectada de la capacidad tecnológica. Luhmann y Morin muestran un sistema que se reproduce en torno a la norma y no al flujo creativo. Y Byung-Chul Han ilumina el riesgo de una Europa cansada, transparente pero dependiente.

La clave está en transformar la responsabilidad ética en motor de innovación, evitando que la regulación sea un sustituto de la creatividad. Europa necesita un equilibrio entre protección y creación para no quedar atrapada en la modernidad líquida de Bauman: fluida, insegura y siempre dependiente de otros polos de poder.