Introducción
El artículo de El Economista aborda una problemática creciente en el Reino Unido: una “epidemia silenciosa” de enfermedades y bajas laborales que afecta profundamente al mercado de trabajo y, por extensión, a la economía nacional. La nota señala que el incremento sostenido de personas fuera del mercado laboral por razones de salud —tanto física como mental— genera un lastre estructural. Los actores involucrados son el gobierno británico, el sistema sanitario, los trabajadores afectados y el conjunto del tejido económico. El tema central es la relación entre enfermedad crónica, productividad y sostenibilidad socioeconómica.
Análisis filosófico por categorías
1. Creatividad y emergencia (Bergson, Whitehead)
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Desde Bergson, puede leerse el problema como una interrupción del élan vital colectivo: la energía creativa de la sociedad se ve bloqueada por un estado de enfermedad y agotamiento. La “duración” de estas condiciones crónicas transforma el tiempo laboral en un flujo estancado, donde la innovación se ve limitada.
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Whitehead aportaría la idea de proceso: el mercado laboral no es una estructura fija, sino un organismo en continuo devenir. La epidemia silenciosa revela que este proceso creativo se encuentra desarmonizado: lo nuevo (formas de trabajo más exigentes y precarizadas) no logra equilibrarse con lo existente (las necesidades humanas de salud y descanso).
2. Disrupción y poder (Deleuze, Foucault)
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En clave deleuziana, esta “epidemia” podría entenderse como una línea de fuga involuntaria: los trabajadores escapan de la máquina productiva no por elección, sino porque la enfermedad los aparta. Esto refleja una diferencia radical frente al ideal neoliberal de eficiencia constante.
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Con Foucault, se observa cómo los discursos sobre salud y productividad se imbrican en relaciones de poder. El mercado laboral británico se construye bajo un régimen de verdad donde el valor del individuo se mide por su capacidad de producir. Quien enferma queda fuera del discurso dominante, visibilizando la violencia de este vínculo entre saber médico y control económico.
3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)
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Desde el principio de responsabilidad, la situación plantea una obligación ética: las políticas laborales y sanitarias deben considerar no solo la productividad inmediata, sino el bienestar de generaciones futuras. Si las condiciones actuales perpetúan un ciclo de enfermedad y exclusión, se compromete la viabilidad del sistema a largo plazo.
4. Sistemas y complejidad (Luhmann, Morin)
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Luhmann vería el mercado laboral y el sistema sanitario como sistemas autopoiéticos en tensión: la comunicación que circula entre ellos (diagnósticos, bajas médicas, estadísticas) redefine constantemente su interacción. La epidemia es, en este sentido, un problema de comunicación y coordinación entre sistemas.
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Con Morin, se puede subrayar la complejidad: no se trata solo de economía ni de medicina, sino de una interacción entre cultura laboral, hábitos sociales, salud mental, precariedad y políticas públicas. Reducirlo a cifras de productividad fragmenta el fenómeno y oculta su carácter integral.
5. Tecnología y autoexplotación (Byung-Chul Han)
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Han hablaría de la autoexplotación característica del capitalismo tardío: muchos trabajadores se enferman porque han interiorizado la presión de rendir más allá de sus límites. La “epidemia silenciosa” no es solo biológica, sino cultural, producto del agotamiento de una sociedad hiperproductiva.
Conclusión
El artículo revela una paradoja central de la modernidad laboral: el mismo sistema que exige máxima productividad está produciendo su propia fragilidad estructural al enfermar a sus trabajadores.
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Oportunidades: repensar políticas de salud laboral, fomentar modelos más sostenibles y reconocer el valor del cuidado como pilar económico.
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Riesgos: cronificación de la crisis, exclusión social de los enfermos, y reforzamiento de discursos que culpabilizan al individuo en lugar de cuestionar el sistema.
La “epidemia silenciosa” es, filosóficamente, un espejo de nuestras contradicciones: creatividad bloqueada (Bergson), procesos desarmonizados (Whitehead), líneas de fuga involuntarias (Deleuze), regímenes de poder que norman la salud (Foucault), y una autoexplotación normalizada (Han). La responsabilidad ética (Jonas) exige considerar no solo el presente económico, sino la salud futura de la sociedad británica.