Fernando Botella, formador de ejecutivos del Ibex 35: “Los directivos deben adaptarse a los cambios, si no lo hacen pueden recibir una patadita en el culo”

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Introducción

El artículo titulado “Fernando Botella, formador de directivos del Ibex 35: ‘Los directivos deben adaptarse a los cambios, si no lo hacen pueden recibir una patadita en el culo’” publicado por Infobae el 19 de noviembre de 2025 aborda las claves de liderazgo, transformación organizacional y competencias directivas en el contexto actual de fuerte cambio tecnológico y social.
El texto describe la trayectoria de Botella –licenciado en Biología, luego en marketing, CEO de farmacéutica, y finalmente creador de la consultora Think&Action– y entrevista sus opiniones sobre qué deben hacer los ejecutivos para liderar con éxito en un entorno de Inteligencia Artificial, la velocidad del cambio y estructuras empresariales cada vez más orgánicas.


Análisis filosófico

1. Creatividad (Henri Bergson, Alfred North Whitehead)

Botella enfatiza la capacidad de “pensamiento disruptivo y creativo” como una de las tres competencias fundamentales para el líder del siglo XXI.
Desde Bergson, la creatividad se relaciona con la intuición y la novedad emergente, con lo imprevisible: en el liderazgo, esto se traduce en “ver la realidad de una manera desacostumbrada”. Botella lo señala para anticipar circunstancias.
Whitehead, por su parte, vería en la empresa y en la organización un proceso de devenir: el liderazgo no es ya una forma estática sino una construcción creativa y dinámica. En este sentido, el planteamiento de Botella se corresponde con un liderazgo como evento de creación, no mera reproducción de estructuras.

2. Disrupción o poder (Gilles Deleuze, Michel Foucault)

Botella introduce la idea de que los directivos tienen que adaptarse o pueden “recibir una patadita en el culo”. Aquí emerge la lógica de poder: la organización impone exigencias de transformación, y quien no se adapte queda fuera.
Desde Foucault, podemos ver cómo el poder disciplinario se ejerce en las organizaciones: no sólo por mando jerárquico, sino por mecanismos de adecuación a normas (la adaptación al cambio, la “redarquía”, etc.). Botella habla de menos jerarquía y más redarquía: “ya no aporta tanto valor la jerarquía… lo que aporta valor es la ‘redarquía’”.
Deleuze complementaría la lectura: la disrupción es un salto, un pliegue que rompe lo establecido. Ese “pensamiento desacostumbrado” y la capacidad de “ver la realidad de otra forma” son elementos deleuzianos de rizoma y devenir. Los directivos deben pasar de modelos jerárquicos a redes abiertas, de control a conexión, de poder vertical a flujos horizontales.

3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)

Botella afirma que un buen líder es “una buena persona” y que el valor humano es central, especialmente en tiempos de IA: «ya lo está suponiendo… Con la irrupción de la Inteligencia Artificial tenemos que ser más creativos, más emocionales, tenemos que aprender a escuchar y a entender».
La ética de Jonas nos recuerda que con el aumento de capacidad tecnológica viene un aumento de responsabilidad. En el contexto del artículo, los directivos no sólo deben adaptarse, sino asumir responsabilidad sobre la transformación, las personas, los equipos, el impacto tecnológico.
La elección entre adaptación y exclusión plantea un imperativo ético: ¿qué tipo de liderazgo queremos? Uno que imponga la adaptación sin reflexión o uno que articule humanización, escucha, y cuidado de los equipos. Botella enfatiza la “inteligencia emocional” («agilidad emocional») como lo que diferencia a los humanos frente a la IA.

4. Sistemas complejos (Niklas Luhmann, Edgar Morin)

Botella comenta que el mundo de la empresa ha cambiado mucho: “El líder tiene que aprender a evolucionar… ya no aporta tanto valor la jerarquía, lo que aporta valor es la ‘redarquía’”.
Luhmann en sus teorías de sistemas nos recordaría que las organizaciones son sistemas autopoiéticos que generan comunicación. El liderazgo eficaz en un sistema complejo no es mero mando, sino mediación entre subsistemas, creación de redes de comunicación, y adaptación constante. Botella lo refleja cuando subraya escucha, conexiones, y relaciones.
Morin, que habla de la complejidad y la necesidad de pensamiento complejo, reforzaría que el líder ya no puede simplificar la realidad en dicotomías (“nosotros/ellos”) sino debe conectar múltiples dimensiones, anticipar interdependencias, y construir un tejido relacional orgánico. La capacidad de “desprenderse de lo que sobra” que menciona Botella (que es eliminar lo viejo) también es una clave de pensamiento complejo: no solo adaptarse, sino simplificar lo complejo de modo consciente.

5. Tecnología, transparencia, autoexplotación (Byung‑Chul Han)

El artículo aborda el rol de la inteligencia artificial: “La IA es un presente real… pero no hay que tenerle miedo… Estas tecnologías están entrando en nosotros y en nuestra vida y no nos damos cuenta”.
Byung‑Chul Han advierte sobre la sociedad del rendimiento, de la autoexplotación, de la transparencia obligatoria. En este contexto, los directivos están sujetos a la exigencia de adaptación permanente, de rendimiento acelerado, lo que puede llevar a la autoexplotación. Cuando Botella dice que quien no se adapta puede “recibir una patadita en el culo”, podemos ver la presión social y tecnológica que empuja al directivo hacia un estado de vigilancia, rendimiento y auto vigilancia constante.
Además, la tecnología plantea retos de transparencia y autenticidad en el liderazgo: Botella insiste en la inteligencia emocional, la escucha, lo humano, como contraste frente a la IA. Eso sugiere que la tecnología no reemplaza al humano sino que exige una dimensión que no puede automatizarse: la empatía, la conexión humana, la vulnerabilidad. Aquí el riesgo es que el directivo convierta esa “inteligencia emocional” en otro instrumento de rendimiento, perdiendo la reflexión crítica sobre la tecnología.


Identificación de oportunidades y riesgos

Oportunidades

  • El texto ofrece un marco para un liderazgo más humano, creativo y conectado, lo cual es positivo: la inteligencia emocional, la redarquía, la escucha son elementos que podrían mejorar la calidad de la gestión y de las relaciones en las organizaciones.

  • Promueve la adaptación ante la irrupción de la IA no como amenaza, sino como estímulo para potenciar lo humano: creatividad, empatía, conexión.

  • Introduce una visión de liderazgo que deja atrás la mera jerarquía, lo que puede abrir espacios de autonomía, colaboración e innovación.

Riesgos

  • El enfoque de “adaptarse o caer” puede generar un clima de presión y precariedad, que lleva a la autoexplotación y ansiedad entre directivos (y, por reflejo, empleados).

  • Podría reducirse la dimensión ética crítica: adaptarse a la tecnología sin cuestionar sus efectos sociales, económicos y humanos puede llevar a reproducir desigualdades o dinámicas de poder injustas.

  • La apelación a “ser una buena persona” puede ocultar que el problema profundo es estructural (modelos organizativos, cultura corporativa, políticas laborales) y no solo individual.

  • Existe un riesgo de discurso de “eficiencia emocional” que convierte la inteligencia emocional en una nueva forma de rendimiento: obligatoria, medida, gestionada.


Conclusión

El artículo de Fernando Botella plantea un liderazgo situado en la convergencia de creatividad, disrupción, ética, complejidad y tecnología. Desde un marco filosófico, podemos ver que aborda muy bien las exigencias contemporáneas: la capacidad de transformación del liderazgo como proceso dinámico, la transición de jerarquías rígidas a redes flexibles, la importancia de lo humano frente a la automatización, y la visión de una organización como sistema complejo.
Sin embargo, también abre interrogantes éticos: ¿hasta qué punto la adaptación al cambio se convierte en una obligación que precariza? ¿Cómo se cuida la dimensión crítica frente a la tecnología y al poder organizacional? ¿El liderazgo humano se convierte en otro instrumento de productividad o recupera su sentido original de cuidado y acompañamiento?
Este análisis permite apreciar tanto las oportunidades (más creatividad, mejores relaciones, renovación organizativa) como los riesgos (precariedad, rendimiento emocional, falta de reflexión crítica). En definitiva, el texto ofrece una invitación a reconsiderar el liderazgo no solo como gestión sino como sentido, responsabilidad y acto humano en el contexto tecnológico‑organizativo actual.