Los adolescentes españoles de 15 años tienen un nivel educativo más bajo que el resto de la UE en Ciencias, Matemáticas y Lengua

Fuente y enlace 

Creatividad (Henri Bergson, Alfred North Whitehead)

Desde la óptica bergsoniana, la creatividad no es mero producto sino devenir, flujo de experiencia. El hecho de que tantos adolescentes no alcancen competencias básicas sugiere una ruptura o freno en ese fluir creativo: la educación formal, en vez de estimular la creatividad y la intuición, parece centrarse en lo repetitivo y lo regulado.
Whitehead, por su parte, entiende la realidad como proceso de “becoming” — devenir — y la educación como la introducción al mundo de ideas, relaciones, y conexiones. Si la base — lectura, matemáticas, ciencia — está débil, se limita la capacidad de los alumnos para formar conexiones creativas entre conocimientos y contextos. En este sentido, el déficit detectado puede interpretarse como una restricción al proceso de creatividad intelectual y a la formación de pensamiento original.

Disrupción o Poder (Gilles Deleuze, Michel Foucault)

Foucault analizó cómo los sistemas educativos participan del poder disciplinario — conforman sujetos, perfiles, normalizan. El artículo muestra que un amplio grupo de jóvenes no alcanza ciertos estándares formativos; esto podría verse como una forma de normalización del “fracaso” educativo que premia a unos y margina a otros. Se configura así una ley de poder que divide a los “aptos” de los “no aptos”.
Deleuze, con su idea de “rizoma” y multiplicidad, cuestionaría un sistema educativo que permanece lineal, centrado en competencias básicas estándar, sin abrirse a trayectorias divergentes. La situación denunciada apunta a un sistema rígido que no captura las singularidades de los estudiantes, lo cual puede generar disrupciones — jóvenes que quedan fuera del ideal normativo — pero también producir resistencia creativa frente a ese sistema.

Ética y responsabilidad (Hans Jonas)

Jonas sostiene que con el poder técnico y el futuro incierto, la ética debe adoptar el imperativo de la responsabilidad: actuar de modo que las condiciones de vida futuras no estén comprometidas. En este contexto, el hecho de que un significativo porcentaje de adolescentes carezca de competencias básicas plantea una grave responsabilidad ética colectiva: ¿qué sociedad estamos construyendo si buena parte de sus jóvenes no acceden a herramientas fundamentales para el desarrollo personal, social y laboral? Se hace patente una obligación ética de asegurar que la educación prepare para un futuro digno, y este escenario revela un déficit que compromete esa responsabilidad.

Sistemas complejos (Niklas Luhmann, Edgar Morin)

Luhmann conceptualiza los sistemas sociales como autopoiéticos, comunicativos, diferenciados. El sistema educativo aparece aquí como un subsistema que debe comunicarse con el mundo laboral, científico y tecnológico. Los bajos niveles de competencia revelan una falla en esa interconexión: el sistema no produce los elementos esperados para su entorno operativo.
Morin, con su enfoque de la complejidad, recordaría que la educación no funciona en aislamiento: interactúan factores sociales, económicos, culturales, tecnológicos. Que un 25 % no alcance el nivel básico indica que no se está enfrentando la complejidad del entorno. Los jóvenes son inmersos en un mundo digital, globalizado, donde habilidades de lectura, ciencia y matemáticas son nodos clave. Si esos nodos fallan, el sistema se vuelve vulnerable al desequilibrio.

Tecnología, transparencia, autoexplotación (Byung‑Chul Han)

Byung‑Chul Han ha planteado que vivimos una era del rendimiento, de la autoexplotación y de la exposición digital. En el artículo se menciona que las competencias digitales de los jóvenes también son insuficientes. Esto conecta con la idea de que los sujetos están expuestos a un universo digital donde deben autoaprender, rendir, mostrar visibilidad. Si las bases son débiles, la transparencia (capacidad de ser visible, competente) se traduce en fracaso. Potencialmente los jóvenes pueden autoexplotarse para alcanzar estándares que no están siendo bien fundamentados. El sistema educativo se inserta en ese contexto tecnificado: exige rendimiento, digitalización, sin necesariamente dotar de los medios críticos y éticos para gestionarlo.


Identificación de oportunidades y riesgos

Oportunidades:

  • Reconocer el problema abre la puerta a reformas. Desde la ética de la responsabilidad se puede reivindicar la mejora estructural del sistema educativo.

  • Estimular nuevas formas educativas creativas que permitan captar a esos adolescentes que no alcanzan el nivel básico, integrando metodologías más activas, diversificadas (Bergson/Whitehead).

  • Tratamiento interdisciplinar y complejo del sistema educativo (Morin), aprovechando tecnologías, adaptando pedagógicamente.
    Riesgos:

  • Que el sistema reproduzca la marginación de estos jóvenes, generando desigualdades mayores, desempleo, exclusión.

  • Que se acentúe la lógica del rendimiento y la autoexplotación (Byung‑Chul Han), en un marco en el cual los jóvenes se sientan responsables individualmente de su fracaso cuando el sistema no les preparó adecuadamente.

  • Que la educación quede atrapada en el poder disciplinario tradicional (Foucault), sin escuchar las vías alternativas, lo que agrava la desconexión de muchos estudiantes.

  • Que la complejidad no se aborde: factores sociales, culturales, económicos, tecnológicos interaccionan, y obviarlos puede llevar a soluciones parciales que no cambian la estructura del problema.


Conclusión

El hecho de que uno de cada cuatro adolescentes de 15 años en España no tenga un nivel básico en matemáticas y lectura encierra implicaciones profundas. No se trata sólo de cifras académicas, sino de cómo una sociedad estructura su sistema educativo, cómo entiende la creatividad, la formación del sujeto, la responsabilidad hacia el futuro, y cómo se enfrenta a la complejidad tecnológica y social. Desde una perspectiva filosófica, aparece como un síntoma de un sistema que debe transformarse: hacerlo más creativo, más responsable, más conectado con las realidades del sujeto y del entorno. A su vez, existe el riesgo de reproducir la marginación y la división si no se actúa éticamente, integrando las múltiples dimensiones del asunto.