Introducción breve
El artículo recoge una entrevista a Thomas Erikson, autor conocido por sus análisis sobre la comunicación y el comportamiento social. En ella sostiene que las redes sociales han amplificado la propagación de noticias falsas, la manipulación y la “estupidez” colectiva. Erikson destaca cómo la facilidad de difusión digital y la falta de pensamiento crítico han creado un entorno donde la manipulación se multiplica, erosionando la confianza en los medios y en el conocimiento compartido.
Análisis filosófico
1. Creatividad y emergencia (Bergson, Whitehead)
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Desde Bergson, el fenómeno descrito refleja un desvío del élan vital: la capacidad creativa humana que debería orientar la innovación hacia el conocimiento se desvía hacia la producción de contenidos triviales o falsos.
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Whitehead vería en las redes un proceso dinámico, pero aquí el flujo creativo no genera armonía, sino disonancia informativa, donde lo nuevo no integra sino que fragmenta la experiencia colectiva.
2. Disrupción y poder (Deleuze, Foucault)
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Para Deleuze, las fake news operan como líneas de fuga negativas: rupturas que no abren posibilidades emancipadoras, sino que refuerzan el caos y la alienación.
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Desde Foucault, la entrevista evidencia la creación de regímenes de verdad alternativos: discursos virales que desplazan el conocimiento validado por la ciencia o el periodismo, configurando nuevas formas de poder basadas en algoritmos y visibilidad digital.
3. Ética y responsabilidad (Hans Jonas)
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Jonas recordaría que la tecnología potencia los impactos de nuestras acciones. Aquí la difusión irresponsable de información no solo afecta el presente, sino que compromete la confianza futura en la esfera pública. La ética de la comunicación digital se convierte en una exigencia de supervivencia cultural.
4. Sistemas y complejidad (Luhmann, Morin)
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Luhmann permite ver cómo el sistema mediático digital se autoperpetúa mediante interacciones que priorizan la viralidad sobre la veracidad. La entrevista refleja una observación de segundo orden: la sociedad ya percibe cómo los medios sociales funcionan según su propia lógica interna.
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Morin señalaría la necesidad de un pensamiento complejo que integre tecnología, educación y responsabilidad ciudadana, en lugar de análisis fragmentados que reduzcan el problema a “estupidez” sin atender a sus raíces sistémicas.
5. Tecnología, transparencia y autoexplotación (Byung-Chul Han)
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Han aportaría que la cultura digital favorece la superficialidad y la transparencia forzada: los usuarios se exponen y reproducen información sin filtrar, en un régimen de autoexplotación que transforma a cada individuo en productor de ruido. Esto genera cansancio cultural y un vaciamiento del sentido.
6. Lenguaje y comunicación (Habermas, Wittgenstein)
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Wittgenstein diría que las fake news son nuevos juegos de lenguaje que crean realidades normativas propias.
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Habermas advertiría la erosión de la acción comunicativa: en lugar de diálogo racional orientado al entendimiento, la comunicación digital se ve colonizada por intereses estratégicos y manipulación.
7. Dinámicas sociales y culturales (Gramsci, Baudrillard, Bauman)
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Gramsci subrayaría la hegemonía cultural de quienes controlan algoritmos y plataformas: son ellos quienes deciden qué circula y qué se invisibiliza.
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Baudrillard vería en este fenómeno la creación de simulacros, donde lo falso ya no se distingue de lo verdadero, generando una hiperrealidad mediática.
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Bauman complementaría señalando que en la modernidad líquida, la fragilidad de los vínculos sociales facilita que las fake news se propaguen en un entorno de incertidumbre y desconfianza.
Conclusión
El texto muestra cómo las redes sociales, al intensificar la propagación de noticias falsas y manipulación, revelan tensiones profundas en la relación entre tecnología, verdad y poder.
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Oportunidades: El reconocimiento del problema abre la posibilidad de repensar la educación crítica, fortalecer el periodismo responsable y crear sistemas de verificación más robustos.
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Riesgos: La erosión de la confianza social, la manipulación masiva y la consolidación de discursos falsos como “verdades” pueden debilitar tanto la democracia como la cohesión cultural.
Desde una lectura filosófica, lo descrito por Erikson no es solo un problema de “estupidez colectiva”, sino la manifestación de estructuras complejas de poder, comunicación y ética en la era digital, donde el reto principal es recuperar espacios de responsabilidad y pensamiento crítico.